Personalmente siempre he huido de los paradigmas sociales, esas queridas hormas que delimitan la realidad. Y es que en este país somos muy proclives a meter el buen vino tinto en la nevera o macerar salmón con limón hasta que pierda su característico color. Saliendo de este controvertido oasis que es la Europa sureña te encuentras con otra situación, probablemente por la cultura, muy basada en alabar el buen hacer del compañero, amigo, competidor y no destripar sin base cualquier atisbo de buen trabajo que crees que ensombrecerá el tuyo (y que probablemente hará).
Esa cultura de respeto es la que encuentras cada año en un elitista show biker y de furgonetas americanas en Dallas, Texas. Se llama The Southern Throwdown y se celebra uno de los últimos domingos de Septiembre en el bohemio y con gran tradición musical barrio de Deep Ellum, casi en la frontera con la zona sur de Dallas. El evento es gratuito y entre las paredes del histórico The Bomb Factory (hablaré después de él), se concentran durante un día algunas de las mejores bellezas creadas por Harley-Davidson y esculpidas casi artesanalmente al antojo de cada propietario. Diríamos que es, para los amantes de la marca y de los artesanos de las viejas choppers, como tener una erección permanente.
La historia del recinto donde se celebra el evento, The Bomb Factory, es como mínimo, curiosa y emblemática. Henry Ford compró la fábrica en 1914 como una de las primeras plantas de ensamblaje de Ford, pero en la WWII el gobierno americano obligó a Ford a cesar la producción de sus automóviles para dedicarse a la fabricación de bombas y munición para las tropas que iban a combatir contra la Alemania Nazi, de ahí su nombre. Así que, simplemente estar allí, es estar bajo el techo de parte de la memoria americana y mundial. Además, ya reconvertido en templo musical, se han podido disfrutar de bandas legendarias como The Ramones, INXS, Pantera, Sonic Youth o The Sonics.
La crème de la crème del mundo biker está habitualmente presente en The Southern Throwdown. Organizado por algunos de los negocios locales dedicados al mundo H-D, ya sea como distribuidores de piezas, merchandise, talleres, constructores, pintores, magazines y motoclubs, nombres conocidos entre los mas aficionados como Cheap Thrills, Chemical Candy Customs, Lucky 7 Cycles, Brown’s Cycle, Stag Magazine, Just Kickers, J&P Cycles, Chop Cult, Chopper Supply Co., Rollin’ Heavy o la tristemente desaparecida Show Class Magazine, uno de mis panfletos preferidos de todos los tiempos. Allí, hace poco mas de un año, coincidí con Tim O’Keefe de Stag, Matt Jackson (al cual visité en días previos en su taller de Austin), Chopper Daves, Max Schaaf, Denver Dan…entre otros, lo que fue un auténtico lujo.
Por allí te encontrarás también, con un enorme sombrero de cowboy, a Scott Hoepker, el propietario de Chemical Candy Customs, considerado, y es una opinión muy personal, uno de los mejores pintores custom a nivel internacional. Los premios recibidos por sus trabajos y la repercusión que tiene en su país es única. En definitiva, coetáneos en los que te inspiras, admiras y sientes que formas parte de una gran familia, es lo mejor de nuestra afición a las choppers de la vieja escuela.
Canton Street se cierra y se abarrota de choppers, bobbers y baggers de todos los rincones, miles de personas en la calle para disfrutar también de la Extreme Motorcycle Jump y de los stands de la 805 Beer, que ofrecen como agua bajo el lema “And as always… party first, safety maybe”. En mi visita me encontré de nuevo con Kenny Kirk, propietario de Chopper Supply Co. Hace poco me enteré que había cerrado su negocio, una pena, porque era algo habitual ir a la pre-party del evento en su local de Forth Worth el sábado previo y que evidentemente, se echará de menos.
Si hablo del nivel de calidad de las construcciones dentro del show debo decir que es de otro mundo. Un evento así es prácticamente imposible de realizar en nuestro país, especialmente porque ellos llevan esa cultura en la sangre y las restricciones legales que debemos soportar en nuestra querida tierra nada tienen que ver con la de los Estados Unidos, donde en muchos Estados ni siquiera es obligatorio llevar casco o pasar inspecciones, puedes poner la matrícula donde los remaches aprieten, no pasan ningún tipo de control medioambiental y la cultura automovilística se aprecia a todos los niveles sociales, culturales y de edad.
Si alguna vez vas, debes tener en cuenta que es zona de Bandidos MC, los cuales asisten habitualmente al show, entre otras cosas, porque Matt Jackson de Jackson’s Choppers es vice-presidente de Bandidos South Austin y suele asistir cada año para exponer sus motos y montar un stand. Lógicamente, no encontrarás ningún otro motoclub por allí excepto los llamados supports, miembros de otros motoclubs que apoyan el estatus de Bandidos MC en la zona. El patio exterior del recinto está dedicado a las furgonetas customizadas y lo organiza los miembros de Rolling Heavy Magazine. Abundan las Dodge y Chevys setenteras, lo que sería ideal para llevar tu chopper dentro, no soy muy materialista, pero no me vendría mal.
Al anochecer el recinto apaga sus luces y en su escenario pueden aparecer figuras como Jesse Dayton, famoso country-rocker que ha colaborado con Lucinda Williams, Waylon Jennings, Johnny Cash, co-director de films con Rob Zombie e incluso tocó en la Casa Blanca en el baile inaugural de la investidura de Bill Clinton. Este fue mi caso, por ejemplo. Que duda cabe que que la música allí corre por la sangre.
Sólo dos consejos para quienes no hayan visitado la ciudad de Dallas con antelación. Si caminas Canton Street hacia el sur (sede de Southern Throwdown y The Bomb Factory), en unos 500 metros te cruzas con S. Malcom X Blvd, inicio de South Dallas y eje de alguno de los tramos de mayor criminalidad de los Estados Unidos.
Y el segundo consejo es fácil: En The Southern Throwdown te encontrarás algunas de las bellezas que retrata Tim O’Keefe en sus fotos, tanto de dos ruedas como de dos tacones. No te emociones en exceso, es fácil hacerlo y puedes llegar a Arlington de una coz. Tampoco puedo olvidarme de un local en la esquina contraria al Bomb Factory, justo en el cruce con Henry St., llamado Mama Tried, un club de música country & dancehall con un espectacular mural con el escrito “Don’t mess with Texas” sobre la bandera Lone Star. ¿Adorables, no?
S A N T A